Un «me gusta» no nos convierte en íntimos

Las redes sociales nos invaden. Está claro. No diré que nuestra vida gira a su alrededor, pero juegan un papel importante ya en ellas. Tanto, tanto, que la Audiencia Provincial de Asturias ha tenido que pronunciarse al respecto. Os cuento:

Como sabréis, es causa de recusación de un juez (es decir, podemos pedir que no nos juzgue) que tenga, con alguna de las partes, una «amistad íntima» o «enemistad manifiesta» (artículo 219.9 de la Ley Orgánica del Poder Judicial). Así que alguien quiso alegar que un determinado juez de Asturias no le podía juzgar porque era «íntimo amigo» de la parte contraria. ¿Razón? Le había dado a «me gusta» en una de sus publicaciones en Facebook.

Sin embargo (¡sorpresa!), parece ser que eso no es tener una «amistad íntima». Si no, menuda cantidad de «amigos íntimos» tendríamos, ¿no? La Audiencia Provincial de Asturias dice, exactamente, que «pulsar el icono conocido como «me gusta» en una red social -en este caso Facebook- no equivale a tener amistad con el autor de la publicación, y mucho menos íntima«. Concretamente, la Audiencia explica (como, por otra parte, podríamos entender cualquiera) que pinchar en «me gusta» «significa, por ejemplo, que una foto te parece bonita, que encuentras acertado un comentario, graciosa una publicación, etcétera, y no significa para nada suscribir indiscriminadamente cualquier cosa que publique ese usuario, pues puede gustar una publicación sí y otra, no«. Por tanto, acaban concluyendo que, darle a «me gusta» no es una «razón para cuestionar o negar la imparcialidad del juez, del que no se puede predicar amistad íntima o enemistad manifiesta con cualquiera de las partes«.

Yo diría que, probablemente, tampoco es «amistad íntima» darle a «me gusta» a una página de Facebook, o compartir una publicación, o retuitear un tweet, o marcarlo como favorito, o seguir a alguien en Twitter… Por importantes que nos sintamos con tanto «me gusta» y tanto «follow», está claro que esas personas no son, necesariamente, nuestros amigos y, mucho menos, nuestros amigos «íntimos».

Así que, lectores, sentíos libres de compartir esta publicación con vuestros amigos, de darle a «me gusta» en el botón situado más abajo, de tuitearla en Twitter (también hay un botoncito para eso), de marcarla como favorita, e, incluso, venga, ¿por qué no? de darle a «me gusta» a mi página de Facebook y de seguirme en Twitter. Está claro que no nos convierte en «amigos íntimos», pero, al menos, seremos «conocidos».

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De cómo la presión social puede ser más eficaz que la ley

 

Me refiero, por supuesto, a la inciativa Otra TV es posible, que partió del blog de Pablo Herreros (@PabloHerreros).

Es indiscutible que estamos asistiendo a algo increíble y poderoso. El auge de las redes sociales (principalmente, Twitter y Facebook) ha acercado a los inalcanzables, políticos y demás, y ha facilitado que personas que no se conocen de nada se unan en iniciativas (como la de los indignados, o ésta misma). Pero es que, además, lo más increíble y poderoso es que se les escucha, que alcanzan cifras que les permiten hacer presión.

¿Quién iba a pensar que un blog (más Twitter, más Facebook) iba a conseguir que anunciantes tan importantes retiraran sus anuncios de «La Noria»? ¿Quién iba a pensar que dejaría a «La Noria» sin anuncios y que el problema se extendería, incluso, a todo Telecinco?

A priori, no se podría decir que sea ilegal entrevistar a la madre (o cualquier otro pariente) de un delincuente. Sí puede ser inmoral o poco ético, porque cuando hay un delincuente, hay unas víctimas, directas o indirectas, que son personas y sufren. Por eso, en esos casos, en donde la Ley no puede (ni debe) hacer nada, no cabe duda de que la presión social es mucho más fuerte.

Pero… en realidad… ¿se ha solucionado algo? ¿No va a volver a pasar? No soy la única que lo duda.

De todos modos, siempre nos quedará Twitter.